El verano del 2008, Judith Bardeli, su marido y su hijo pequeño, Marc, pasearon por primera vez por la orilla de esta larga moqueta de arena fina –oro en polvo– de la Costa Daurada. O al menos eso creía ella. Pero la visión del misterioso castillo de Tamarit, el sonido de aquel nombre inolvidable, Ta-ma-rit, y una sensación de paz familiar, tierna e infantil le provocaron un déjà-vu. Sus padres resolvieron el enigma: cuando ella y su hermano eran pequeños habían veraneado allí. Lo recordó y no quiso volver a alejarse nunca más. Así que alquilaron un apartamento y, desde entonces, van todos los fines de semana y por vacaciones. Más allá del valor sentimental, Judith ve en Tamarit una playa ideal para familias con niños: es tranquila, no le falta ningún servicio y el mar no se cae, tiene muy poco desnivel.

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Judith adora sentir el besuqueo de la arena en los pies mientras escucha las olas y observa el paisaje de esta moqueta dominada, en su extremo sur, por el castillo de Tamarit. Mil años lleva esta fortaleza de estilo románico encaramada al promontorio que, rodeado de vegetación, se asoma al mar. Su función era proteger el comercio marítimo y repeler los ataques de piratas berberiscos. Hoy en su interior se celebran conciertos y bodas. Una de las más sonadas fue la de Andrés Iniesta, hace dos veranos. Judith estaba allí y vio la playa y las lomas cercanas al promontorio atestadas de curiosos que asediaron la fortaleza, como antaño, pero esta vez para robar una foto del futbolista y la novia.

Aquel, sin embargo, fue un día excepcional. Generalmente el castillo aporta menos jaleo, menos glamur y más historia. Una historia de reyes y piratas que entusiasma al pequeño Marc, que juega a cabalgar con la sombrilla en ristre como si se batiera en duelo cual caballero medieval. Pero Marc ya tiene 11 años y pronto preferirá quedarse con sus amigos en Sant Joan de Vilatorrada que ir a Altafulla a pasear con su madre por las tardes, a chapotear en el agua o, incluso, a defender la fortaleza del asedio de veraneantes, curiosos y piratas. Judith es consciente, por eso no dejará de hablarle de todo ello para que el pequeño Marc, cuando se haga mayor, nunca olvide ni el oro en polvo, ni el misterioso castillo, ni el sonido de este nombre inolvidable, Ta-ma-rit.

Playa Tamarit, Altafulla, Tarragona (cómo llegar)
Parking | Socorrista | Duchas | Chiringuito

  • 1.750 m de largo por 45 m de ancho.
  • Tipo: arena fina.
  • Entorno: natural y residencial.
  • Ocupación: media.

Playa familiar con bandera azul. Acceso para minusválidos. Hay una parada de bus a un kilómetro por el camino del castillo. Ideal para niños.

Texto publicado el 4 de agosto de 2014 en la contraportada (pdf) y en la versión digital de El Periódico de Catalunya