A las 4:58 horas del 20 de noviembre de 1975, José Luis Blanco, teletipista de Europa Press, era el primero en dar la noticia: «Franco ha muerto«. Tenía el «temor de que no fuese verdad», pero «cinco minutos después lo confirmó la agencia EFE y ya respiramos tranquilos»[1]. Blanco tuvo miedo con razón porque, tras la muerte del dictador, el franquismo continuaría aún bastante tiempo y, con él, la represión a la prensa.

Diez años antes, con la Ley de Prensa Fraga, se empezó a abrir un mayor clima de libertad.[2] El ministro flexibilizó la censura previa y proclamó la libertad de imprenta. En 1974, Pio Cabanillas continuó con la apertura en una etapa que los periodistas bautizaron como la Primavera de la Prensa. Los avances fueron tales que «los sectores ultras (…) no descansaron hasta que obtuvieron de Franco el cese del ministro».[3] El retroceso no amilanó a todos los medios independientes y la tensión y la represión aumentaron considerablemente.

Josep Pernau, director del Diario de Barcelona, cuenta que era frecuente recibir amenazas e incluso agresiones. Un día tiraron «un artefacto inflamable a la puerta del diario» y un compañero, Carles Sánchez Costa, «fue agredido y secuestrado unas horas por un grupo. Estas actividades (…) se iban incrementando a medida que Franco envejecía y que se veía que no habría franquismo sin él».[4]

El julio de 1975, Josep María Huertas, periodista del diario Tele/eXprés, «fue detenido, sometido a un consejo de guerra y encarcelado» por publicar un reportaje, Vida erótica subterránea, que acusaba a viudas de militares de regentar prostíbulos en Barcelona.[5] Estuvo en prisión hasta varios meses después de la muerte del dictador. Los periodistas hicieron huelga y el 24 de julio no salió ninguna cabecera a la calle excepto La Vanguardia Española y las dos del Régimen, Solidaridad Nacional y La Prensa.

El 20 de noviembre de 1975 había en Barcelona 8 cabeceras de información general: las dos del Movimiento, El Diario de Barcelona, El Correo Catalán, Mundo Diario, La Vanguardia Española, El Noticiero Universal y Tele/eXprés. Todas eran históricas y conservadoras, salvo Mundo Diario y Tele/eXprés, que habían surgido más o menos con la Ley de Fraga y habían adoptado una línea editorial progresista que les había traído múltiples problemas con las autoridades franquistas.

El día del hecho biológico prácticamente nadie se atrevió a romper moldes. Todos los diarios se ajustaron a la versión oficial y todos los textos decían más o menos lo mismo: loaban la figura de Franco, lamentaban la pérdida y destacaban el valor histórico del acontecimiento. Eran cromos repetidos. Hubo unanimidad en pedir calma a la sociedad y se depositó respeto y confianza en el futuro rey de España. El lenguaje era recargado y críptico, como lo había sido durante los últimos años. Las fuentes utilizadas en las informaciones o en los comunicados de duelo eran siempre profranquistas. No había críticas al dictador ni al rey. A penas una cabecera, Mundo Diario, se atrevió a pedir democracia sin eufemismos aquel día. El resto de diarios independientes solo osaron salirse del guión en las páginas secundarias reservadas a las reacciones internacionales en las que, por voz de otros, algunos periodistas pudieron colar las aspiraciones democráticas.

Ninguno de los textos analizados a fondo en este artículo fue una excepción. Ni la columna Disposición favorable, publicada en la portada de La Vanguardia Española; ni los editoriales En la hora final, de El Noticiero Universal, y Franco, Juan Carlos y el pueblo, de Tele/eXprés. Sin embargo, entre líneas se aprecian ciertas diferencias que se agudizarían en los textos posteriores a la toma de posesión de Juan Carlos como nuevo jefe de Estado y rey de España.

Destacan el dramatismo y la épica en el editorial de El Noticiero Universal: «En su última batalla, reñida contra la muerte, en el curso de un mes doloroso y dramático, lo último que le ha dejado de palpitar es la ciudadela serena de su corazón». Ocurre también en el siguiente párrafo, al señalar la coincidencia «preparada por el destino» de que un 20 de noviembre hubiera muerto Primo de Rivera. El Ciero, como se conocía al diario de la familia Porcioles, dirigido entonces por Manuel Tarín Iglesias, era de tendencia conservadora. El 20-N fue el periódico que más cómodo se encontró con el relato emotivo y propagandístico hacia la figura de Franco, dedicándole incluso un poema que estuvo a la altura del habitual estilo de la Prensa del Movimiento.[6]

Editorial de El Noticiero Universal (20/11/1975)
Editorial de El Noticiero Universal (20/11/1975)

El editorial de Tele/eXprés evita el sentimentalismo barato de El Ciero y todos los elogios van dirigidos al pueblo, “un protagonista que ha evidenciado (…) su serenidad, su calma, su madurez, en una palabra, su categoría». El diario, a pesar de tener propietarios claramente conservadores, como el banquero Jaume Castell y el Conde de Godó, siempre fue progresista. Desde la entrada de Manuel Ibáñez Escofet a la dirección, «el rotativo emprendió una línea culta y progresista que lo convertirá en el medio de moda entre los ambientes universitarios y de oposición al régimen».[7]

Editorial de Tele/eXprés (20/11/1975)
Editorial de Tele/eXprés (20/11/1975)

El 20-N no fue su mejor día, pero leyendo entre líneas se adivina una hábil crítica a la crisis económica, cuando en el segundo párrafo señala, con ironía, que el pueblo “se despreocupó prácticamente de cuestiones de detalle como los incrementos de los precios para las economías domésticas”. En los últimos dos párrafos se observan dos referencias a una «mayor participación del pueblo», eufemismo de «democracia», la palabra prohibida. También pide el editorial «la gracia de remisión de penas», probablemente por todos los presos políticos y, en especial, por su compañero, Josep María Huertas, que llevaba ya 4 meses en la cárcel por un artículo que molestó a los militares.

La Vanguardia Española de Godó era la única cabecera que venía publicando un editorial diario, sin embargo, el 20-N no lo hizo. La ausencia de la opinión institucional del diario conservador puede interpretarse como un símbolo de la incertidumbre de aquel día y de la cautela que siempre le ha permitido adaptarse a los tiempos.[8] De hecho, diez años después de la muerte de Franco, de las 8 cabeceras existentes, solo quedaba La Vanguardia. La columna analizada, Disposición favorable, escrita todavía «en estos días de dolorosa vigilia en torno a Franco», apostaba –como la mayoría– por la calma y el continuismo bajo la tutela del príncipe Juan Carlos que sería «Rey de todos los españoles». A penas osaba pedir algunos cambios, pero ni rastro de aspiraciones democráticas. Al día siguiente llegaba el primer editorial tras la muerte del dictador que expresaba «ansias por seguir con la apertura». En la página 8, el Conde de Godó firmaba un texto de opinión en el que «expresaba el dolor y la emoción por la pérdida» y agradecía a Franco lo que había hecho por España.[9]

En definitiva, que la prensa independiente no reflejara opiniones propias el 20 de noviembre se explica por el miedo y la cautela ante la incertidumbre de aquellos días. Primó la autocensura. Prácticamente no hubo artículos de opinión y los únicos análisis plurales se publicaron en la prensa internacional. Además, la muerte no fue una sorpresa. Los diarios ya tenían preparados la mayoría de textos, incluso ejemplares completos. «Cuando se vio que todavía aguantaría una temporada, yo hice guardar el plomo y en un cajón de mi mesa conservé los fotolitos del rotogravado, material que utilizaríamos el 20-N. Los tópicos aduladores de dieciséis meses antes eran igualmente válidos en 1975 que en 1974″, cuenta Pernau.[10] Si hubiera sido una sorpresa, tal vez algunos diarios progresistas, llevados por la pasión, se habrían atrevido con editoriales más valientes.

La libertad de la prensa avanzó rápidamente. El 22 de noviembre Tele/eXprés ya pedía democracia abiertamente y poco después criticaba al régimen. El Noticiero Universal y La Vanguardia Española seguían prefiriendo la continuidad del proyecto de Franco y solo pedían algunos cambios que, según decían, él ya había impulsado. Pero no mucho más tarde se sumaron a las peticiones democráticas de la mayoría. La Prensa del Movimiento fue la única que se limitaba a pedir continuismo y que cargaba contra los diarios que pedían democracia, pero sus días estaban contados.[11]

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[1] Europa Press (2011): Primer periodista en dar la noticia de la muerte de Franco. Entrevista en Youtube: <http://www.youtube.com/watch?v=8ubdVHbdewA>

[2, 3] CASTRO, Carmen (2010): «La prensa en la Transición Española 1966-1978». Madrid, Alianza editorial, S. A., p. 168-169.

[4] ARACIL, R et al (2003): “Memoria de la Transició a Espanya i Catalunya V: els mitjans de comunicació”. Barcelona, Publicacions i edicions de la Universitat de Barcelona, p. 120.

[5, 6, 7, 8, 9] MAURI, Marcel (2010): “Funció i evolució de la premsa de Barcelona durant la transició democràtica (1975-1978)”. Barcelona, Tesis doctoral UPF, pp. 112, 244-246. <http://tdx.cat/bitstream/handle/10803/7271/tmmdlr.pdf?sequence=1>

[10] ARACIL, R et al (2003): “Memoria de la Transició a Espanya i Catalunya V: els mitjans de comunicació”. Barcelona, Publicacions i edicions de la Universitat de Barcelona, p. 120.

[11] MAURI, Marcel (2010): “Funció i evolució de la premsa de Barcelona durant la transició democràtica (1975-1978)”. Barcelona, Tesis doctoral UPF, p. 248. <http://tdx.cat/bitstream/handle/10803/7271/tmmdlr.pdf?sequence=1>

OTRAS FUENTES CONSULTADAS

REMESEIRO, Alejandro (2004): La muerte de Franco en la prensa de provincias. Universidad de Alcalá. <http://biblioteca2.uclm.es/biblioteca/ceclm/websCECLM/transici%C3%B3n/PDF/01-04.%20Texto.pdf>

GIRAUTA, Juan Carlos (2005): 20 de noviembre de 1975. Libertad Digital. <http://www.libertaddigital.com/opinion/juan-carlos-girauta/20-de-noviembre-de-1975-28178/>

VIGUERA, Rebeca (2010): ¿Punto y seguido?, ¿punto y aparte? La muerte de Franco a través de la prensa inglesa. Universidad de Rioja. <http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3193679>