La disciplina presupuestaria y la desregulación laboral que impulsa Bruselas acumulan críticas por sus efectos en el desempleo

La UE pone en marcha un plan para garantizar que los jóvenes no estén más de 4 meses parados

Uno de cada cuatro europeos menores de 25 años está en paro. Beatriz Rodríguez es una de estos casi cinco millones y medio de jóvenes, la generación perdida. Vive con su padre, vigilante de seguridad, y sus hermanas en Santa Coloma de Gramenet. «El dinero que se trae a casa es de todos y así salimos adelante», dice esta joven de 21 años, que busca empleo desde los 16.

Reportaje publicado en El Periódico de Catalunya el 14 de mayo del 2014 // Marc Espín
Reportaje publicado en El Periódico de Catalunya el 14 de mayo del 2014 // Marc Espín

Durante estos cinco años de crisis, Beatriz no ha podido evitar «momentos de bajón», pero nunca se ha rendido. En el 2010 hizo un curso de recepcionista, y en el 2013, otro de auxiliar administrativa que le valió un contrato de seis meses. Son cursos del programa Joves per l’Ocupació, gestionado por el Servei d’Ocupació de Catalunya (SOC) y cofinanciado por la UE. Pero a Beatriz, como a la mayoría de los compañeros con los que mantiene contacto, no le renovaron. Aunque valora la formación recibida, porque la ha preparado para ser «más competitiva», y la inversión pública en ella -«hay que adecuarse a lo que pide el mercado y sin cursos subvencionados mucha gente no se lo podría permitir»-, cree que se podría hacer más contra el paro juvenil. «Habrá a quien le encante ser nini, pero yo quiero trabajar. Así es imposible hacer planes y pensar en independizarse», dice.

Este programa es solo una de las medidas de la Comisión Europea durante el septenio 2007-2013 para luchar contra el desempleo, aunque sin demasiado éxito, a juzgar por las cifras. Cerca de 26 millones de ciudadanos de la UE están desocupados. Aunque es un problema europeo, no afecta por igual ni a todos los estados miembros ni a todos los grupos de población. Ser mujer, ser joven o ser de los países de la periferia europea son agravantes. Mientras Alemania tiene un 5% de paro, España pasa del 25%, y entre los jóvenes la cifra se dispara por encima del 55%.

A la vista de los pésimos resultados, la UE redobla los esfuerzos para el periodo 2014-2020. Sus principales políticas —en I+D+i, agricultura, cultura…— dicen tener como objetivos prioritarios el crecimiento económico y la creación de empleo. Además, la Comisión impulsa acciones diseñadas para luchar contra el paro y, específicamente, contra el juvenil. Su gran apuesta es la Garantía Juvenil, un programa que debe garantizar que cualquier joven europeo reciba una oferta de trabajo, formación o prácticas en un plazo no superior a cuatro meses desde que se quede en paro. Olga Campmany, directora del SOC, considera que «en Catalunya hay que alcanzar ese objetivo en el 2016», aunque no faltan quienes ven esta y otras medidas que se están tomando con escepticismo.

Austeridad paralizante

Tanto Laura Pelay, secretaria de Estado del Bienestar y Trabajo de la UGT de Catalunya, como Josep Maria Antentas, profesor de Sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona, opinan que ninguna política de la UE resolverá el problema del desempleo en los países de la periferia mientras se imponga la austeridad, que paraliza el consumo interno; mientras no se cambie el modelo productivo, incapaz de absorber la mano de obra disponible, y mientras no fluya el crédito. «La única y verdadera política europea de empleo desde los años 80 es la desregulación del mercado laboral, que beneficia principalmente a los empresarios», dice Antentas. «El trabajo ya no sirve para dejar de ser pobre porque con el mercado que tenemos solo puede crearse empleo precario», avisa Pelay.

Si la estrategia es errónea ¿por qué se persiste en ella? El sociólogo sostiene que el problema de fondo es que «la UE es un club de estados que se organizan jerárquicamente, de modo que los poderosos imponen sus políticas al resto». El Parlamento y la Comisión tienen un poder político limitado y un presupuesto ínfimo, poco más del 1% del PIB. Con unas instituciones europeas débiles, «Alemania puede poner a régimen a los países de la periferia para que sus bancos recuperen el dinero que les prestaron», añade, aunque eso signifique deprimir la economía y generar más paro. «Las políticas de empleo y de austeridad no cambiarán a no ser que haya una explosión social muy fuerte o un cambio de mayorías, porque las grandes familias políticas de Europa tienen un gran compromiso con las minorías que gozan del poder económico», concluye Antentas.

Texto publicado el 14 de mayo de 2014 en la versión impresa (pdf) y en la versión digital de El Periódico de Catalunya.