Hay playas en las que la marea arroja multitudes atraídas por la belleza del entorno o sus aguas. Y otras a las que el tiempo arrastra a fieles de toda la vida y nostálgicos en busca de recuerdos de infancia. Es el caso de Cavall Bernat, un rincón tranquilo en el extremo norte de la Platja Gran de Platja d’Aro (Baix Empordà), presidido por un monolito de siete metros que le da nombre.

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Platja Gran tiene más de dos kilómetros de arena y grava atrapados entre el mar helado de la Costa Brava y la cordillera fría de rascacielos que alberga a miles de veraneantes de muy aquí y de más allá. Una especie de parque de atracciones playero con todas las comodidades, abierto día y noche y atestado de gente. Y en ese hervidero, Cavall Bernat emerge como una rareza.

Cerca de la orilla, un niño rubio de 7 años escala una roca de un metro de alto y salta una y otra vez a la arena. «¡Mira, papa, mira!» Su padre lo observa. Mientras, su madre busca la crema en la bolsa del Mercadona. Ese niño podría ser Anna Valls hace 24 años, aunque ahora se siente más identificada con esa y otras madres. Cavall Bernat reúne a más familias locales que turistas, la mayoría son vecinos de los apartamentos que hay en frente, donde Anna veraneaba a finales de los 80.

De niña iba con sus abuelos. Solía hacer paellas de piedras y conchas porque para castillos no daba, ni da, su arena gruesa. Pero se lo pasaba pipa en el agua buscando erizos, mejillones y otros ingredientes. Nada como su plato estrella en su lugar favorito, al que se accede de dos maneras. Una, aparcando en Platja d’Aro y bajando por Travessia Cavall Bernat hasta la arena. La otra, dando un paseo por el camino de Ronda que va desde Palamós bordeando calas que irrumpen y se ocultan entre pinos y acantilados: Belladona, Canyers —diminuta y naturista–, Cala del Pi, Sa Cova, Rovira…

Y al final, Cavall Bernat. Aguas profundas y arena gruesa. Y aunque dicen que para los niños es mejor una playa de arena fina o de esas que no cubren por más que camines, Anna trae aquí a sus hijos, los embadurna de crema, y al salir del agua les vacía los bañadores cargados de piedras como hacían con ella. Recuerdos para no olvidar: recuerdos de cuando era niña y llovían del cielo pelotas azules de Nivea.

Playa de Cavall Bernat, Platja d’Aro, Girona (cómo llegar)
Parking | Socorrista | Chiringuito | Mascotas

  • 40 m de largo por 30 m de ancho.
  • Tipo: arena gruesa y grava fina.
  • Entorno: urbano.
  • Ocupación: alta.

Playa familiar con bandera azul. Dispone de lavabos públicos, acceso para personas de movilidad reducida y servicio de alquiler de hamacas y sombrillas.

Texto publicado el 29 de julio de 2014 en la contraportada (pdf) y en la versión digital de El Periódico de Catalunya