La Barceloneta que Sergio Arnás recomienda no es la de hoy, sino la anterior a los Juegos de 1992, cuando la ciudad daba la espalda al mar. Aquella Barceloneta era un ribete de tierra sucia, estrecha y olvidada, que se hundía rápidamente en el agua, entre rocas. Era la playa en la que desaguaban las cloacas de Barcelona. Pero también era la playa de los barceloneses, la del barrio, donde Sergio pasaba los días con sus padres y abuelos, y se llevaban la nevera llena de refrescos y bocatas envueltos en papel de plata. Y jugaba con sus amigos a fútbol. Hoy no hay sitio en la arena ni para extender la toalla. Sergio se queja de que la masificación y los desorbitados precios de los servicios enfocados al turista han desahuciado a la gente de toda la vida. Lo auténtico dio paso a lo artificial.

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Una de las pocas personas que quedan de la Barceloneta auténtica, la de Sergio, es el popular, icónico y octogenario Antonio. Es el responsable de uno de los dos locales para jubilados que hay en el porche de la playa. Lo abre cada mañana a las siete, nada un poco y desayuna con los primeros pensionistas que van llegando. En unas pocas horas, el paseo bajo el porche se llena de abuelos jugando al dominó. El centro de las mesas, desgastado por el roce de las fichas, da cuenta de los años que tiene esta tradición matutina. Los turistas se paran a mirar. Al mediodía Antonio recoge y a veces come allí, con su mujer y su perrita salchicha, Juliet. El nombre lo heredó de una gaviota con las alas chuecas que se hizo amiga de Antonio. Si la veía sobrevolar la orilla, la llamaba y venía.

La gaviota de Antonio dejó de venir un día, sin más, como los vecinos de toda la vida, que andan sublevados estos días, como Sergio, que ya no siente esta playa como suya. Reniega de las hamacas que invaden la arena desde primera hora, de los patines eléctricos que circulan por el paseo sin orden ni concierto y de los bocatas de jamón a 10 euros para turistas. Pese a todo, de vez en cuando sigue yendo porque es la más cercana a su casa. Baja con sus hijos, con el bañador puesto y la toalla al hombro; se dan un chapuzón y regresan. Pero él querría poder jugar a fútbol con ellos, como hacía con sus amigos en la Barceloneta de sus recuerdos, aquella playa familiar, descuidada y auténtica, la Barceloneta de toda la vida.

Playa de la Barceloneta, Barcelona (cómo llegar)
Parking | Socorrista | Duchas | Chiringuito

  • 422 m de largo por 60 m de ancho.
  • Tipo: arena media.
  • Entorno: urbano.
  • Ocupación: alta.

Playa urbana con parada de bus y de metro (línea 4). Cuenta con todo tipo de servicios: punto de información, gimnasio, parque infantil, lavabos públicos, consigna, Wi-Fi y aparcamiento para bicicletas. Accesible para discapacitados y catalogada con bandera azul.

Texto publicado el 24 de agosto de 2014 en la contraportada (pdf) y en la versión digital de El Periódico de Catalunya